sábado, agosto 29, 1992

Destaca Merla en primera bienal Orozco/1992/ Mario Herrera /elnorte.com

Destaca Merla en primera bienal Orozco
por Mario Herrera
(28-Ago-1992).-

(Quinto de una serie)

XI.- En esta muestra (Pinacoteca de N.L.) aparecen varios testimonios sobre las nuevas relaciones entre hombre y sociedad actual, las cuales abren cauce a una experiencia de ""vacío existencial''. Veamos:
a).- Dos obras sin título (técnica mixta sobre triplay) por Juan Carlos Merla: Al fondo una amplia superficie en blancos cremosos surcada por bandas negras en diagonales paralelas que sugieren los señalamientos viales que todos hemos visto en carreteras (""Ruta en reparación'', ""Vire hacia la derecha'', ""Vire hacia la izquierda''). Superpuestos diversos objetos de desecho (llanta de bicicleta, un pulidor de pisos con barra de madera, un óvalo también de madera con bisagras, una cruz con clavos, un artefacto metálico con rejillas no identificable, etc.).
La apariencia es altamente sugestiva en su mera inmediatez: reúne en un solo contexto dos tipos de mensaje polarizados y antagónicos: por un lado, el signo de comprensión universal en materia de tránsito vehicular, y por otro, la basura que solemos mirar a uno y otro lado de las carreteras integrada por piezas enteramente inservibles y arrojadas al azar. Coexisten, por lo tanto, dos direcciones opuestas, tanto de tiempo como de espacio y de funcionalidad que de ningún modo se concilian: el signo vial que apunta hacia el tiempo futuro (la dirección que debe tomar el vehículo en tránsito) y, por contraste, los materiales de desecho, que apuntan hacia el pasado (las reliquias del consumo, lo que ""ya no es'', lo que obstaculiza la marcha de la vida).
Y también en lo espacial ambos tipos de elementos son enemigos: el signo vial es pragmático porque regula el orden de la circulación vial apuntando hacia el espacio físico en que se desenvuelve una acción en proceso. Y, por contraste, el objeto de desecho apunta hacia ""lo sobrante'', ""lo estorboso'', lo que congestiona y bloquea la acción, la marcha de la vida. En lo espacial, en lo temporal y funcional son realidades enemigas, que se excluyen material y pragmáticamente, pero que en el cuadro se yuxtaponen y empalman en una hermandad imposible. Esto es, precisamente, lo que yo he llamado ""la anti-metáfora'' y que es signo muy representativo del arte emergente en este instante.
¿Acaso es posible descubrir alguna trascendencia en esta contradictoria significación de mensajes? Bajo mi propio riesgo y responsabilidad yo soy capaz de descubrir solamente una: ""la nada'' que se abre entre esos dos signos enemigos y que me absorbe imponiéndome la experiencia de ""la caída en el vacío''. No son los signos visibles en el cuadro los que constituyen la médula del mensaje sino la absoluta contradicción entre los mismos y que, rehusándose a establecer cualquier tipo de enlace poético entre ambos, me arrojan de manera implacable a ese vacío en el que caigo ""sin agarraderas''. Esto es lo que yo he llamado la ""anti-metáfora'' y que es signo representativo del arte emergente en este momento de la historia entre dos milenios (el que ahora muere en pleno agotamiento de certidumbres y el que aún no llega, condenándonos al vacío existencial en forma no sólo subyacente sino expresa y manifiesta).
Por su trascendencia, su inaudita síntesis, su fuerza expresiva, considero estas dos piezas de Juan Carlos Merla (y que, en el fondo, forman una sola) como las más importantes de la presente Exposición. (Sobre J.C. Merla véase opiniones de M. Herrera en El Norte: 10-VI-1983, 20-VII-1984 y 4-VII-1986).
b).- ""La Hacienda de la Media Luna'' (óleo sobre tela) por Renato González González plasma tanto en sus mensajes profundos como visibles, idéntica escisión irreductible entre ambos: un hermoso paisaje sobre el cual llueven en violento chubasco objetos de la más variada índole: vasos, botellas, fragmentos y algo así como un gigante sacudidor de polvo de tipo casero que, con su larga garrocha y su mechero abierto en abanico funge como elevada palmera.
La naturaleza virgen queda oculta bajo esa capa de desechos que llueven de lo alto creando una especie de contrapunto de mensajes que se entrelazan sin llegar a formar una sola entidad. En la distancia, deambula un hombrecillo casi invisible por obra del chubasco.
Como verdadera y auténtica ""anti-metáfora'', el cuadro de González no plasma ningún drama ni pretende fijar una relación poética-simbólica entre naturaleza virgen y tecnología sino deja al desnudo ""la nada'' que se abre entre aquellos elementos dentro de la cual el hombre revierte a ""una dimensión cero''. El verdadero mensaje es, por lo tanto, la experiencia de ""la nada'' que se abre entre elementos enemigos e irreductibles. Y es, precisamente, esa total ""frialdad emotiva'' que se rehusa a apelar al elemento poético como enlace lo que convierte a esta obra en una verdadera ""anti-metáfora''. ¡Espléndida!
c).- ""Latomanía'' (acrílico sobre tela) por Guillermo A. Gadda.- Es, asimismo, una interesante ""anti-metáfora'' ejecutada con procedimientos hiperrealistas que nos ofrece una ingente acumulación de latas vacías de contenido las cuales, alineadas en forma meticulosa, ocupan todo el espacio del cuadro.
El cuadro de Gadda se coloca así en el polo opuesto de la antigua ""naturaleza muerta'', nombre que los pintores de antaño daban a primorosos utensilios del mensaje doméstico que fungían en el servicio de la mesa para deleite y satisfacción de necesidades humanas de nutrición. Y aunque se les llamaba ""muertas'', en el fondo eran ""cosas vivas'' en cuanto a que por obra del sentido poético del pintor adivinábamos la presencia del hombre como causa eficiente y fin último de su función utilitaria. Las ""naturalezas muertas'' eran poemas.
""Latomanía'', en cambio, es auténtica ""naturaleza muerta'' porque gravita como desecho en el espacio vital del hombre, bloqueando y asfixiando su existencia. No poetiza la relación hombre-objeto y únicamente nos muestra el desolado desierto del objeto inútil carente de función y, por ello, mismo ""deshumanizado''. Obra interesante, pero que carece de la trascendencia de la de Juan Carlos Merla arriba descrita.